martes, 1 de septiembre de 2015

Él dijo no



Cuando era pequeña una de las cosas que me hacían comportarme de una manera bochornosa y antipática con mis padres era que me dijeran que no y peor aún que al preguntar el porqué del asunto me dijeran ¡porque no!


Y es que creo que a ningún ser humano cuerdo le gusta que le digan que no a algo, sobre todo a algo que anhela, bueno de seguro al señor Ricardo Arjona si le gusta pues bien deja claro que si la vieja le dice de entrada que no, lo va a tener todo el día pensando en ella. 


La cuestión es que en la vida recibiremos muchos no que nos van a doler, el no a un trabajo  que anhelábamos con el alma, el no a un vestido o zapatos que deseábamos y algunos no más trascendentales e importantes como cuando Dios dice no a la sanidad de alguien y le perdemos para siempre. 


El 2015 ha sido para mí hasta ahora un año de muchos no en el aspecto de salud, he orado por personas que se han ido, he visto como nuevos seres que venían al mundo se nos fueron y he escuchado muy fuerte diagnósticos repetitivos y difíciles en consultorios médicos. No ha sido falta de fe, no he dejado de declarar sanidad sobre mi cuerpo, le he recordado a la enfermedad que le pertenezco a Jesucristo y me perdona si alguno que me lee no cree en Dios, hoy no tengo otra opción que hablar de Él. 


Y es que antes de que se fuera Jesús al lado de nuestro padre Dios nos dejó claro que en el mundo pasaríamos pruebas y aflicciones y que estuviéramos tranquilos que Él había vencido al mundo Juan 16:33 (la versión que recuerdo) pero nadie está usualmente preparado para las aflicciones, los diagnósticos, las pruebas, los cementerios ni nada que se le parezca. 


Los no de Dios pueden ser de diferentes categorías el no todavía, el no me parece pero tu verás y el no definitivo que cierra las puertas a cualquier intento de interceder. Pero el verdadero meollo del asunto es cómo reaccionas ante el no de Dios cualquiera que sea la categoría. 


Mis reacciones han sido muchas, rabia, llanto, dolor, noches enteras orando y llorando en sus brazos y días en los que he pensado que no me ama más. Sé que pensarás que lo ideal es que adore y que de gracias pero siendo sincera pocas veces durante la prueba ha sido lo primero que he hecho, creo que el no me duele desde chiquita y recibirlo me genera todo tipo de frustración y cansancio. 


Hoy no sé porque no atravieses, pero puedo asegurarte que cada no en tu vida te llevará a un nuevo escalón de fe, de fuerza y de ganas de vivir en la medida que le permitas a ese no cumplir el gran propósito que tiene Dios para ti. Un no sea cual sea no es el final sino el principio de algún otro sí que te espera y que necesita que lo recibas con tanta decisión que no le malgastes. Por cada no hay una oportunidad de crecer, de enrutarte hacía lo que Dios quiere y aunque a veces parezca imposible un no puede ser la oportunidad que habías esperado para conocer mucho más del amor de Dios por ti.

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